A 48 años del golpe de Estado que dejó miles de víctimas de violaciones de los derechos humanos, surgen nuevos movimientos de hijas, hijos o familiares de perpetradores de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura cívico-militar, que han llevado adelante procesos de desafiliación de sus progenitores; han reconocido y condenado las atrocidades cometidas por ellos; y han aportado a la verdad, justicia y memoria.
Distintas experiencias públicas, privadas, comunitarias e internacionales de generación de archivos sobre violencia política masiva perpetrados por los Estados fueron analizadas en la Conferencia Internacional “El lugar del archivo de las violencias de Estado: reorganizaciones del poder bajo el neoliberalismo”, organizada por la Universidad Alberto Hurtado, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, la Universidad Austral de Chile, la Universidad Católica, Memoria abierta de Argentina y la investigación Representaciones contemporáneas de perpetración de crímenes de masas de España.
Oriana Bernasconi, directora del proyecto “Tecnologías políticas de la memoria: usos y apropiaciones contemporáneas de artefactos de registro de la violencia política”, investigadora y académica de la Universidad Alberto Hurtado, explica que el archivo se entiende como una diversidad de materiales, que van desde textos a imágenes, cuerpos o muros, que han servido para denunciar las violaciones de derechos humanos.
“A 48 años del golpe de Estado, nuevas generaciones se suman a la demanda por el esclarecimiento de la verdad, la justicia y la reparación. Ahora se trata de descendientes de perpetradores y genocidas que han recorrido un camino de desafiliación de sus familias y de reafiliación a otras comunidades como defensores de derechos humanos, usando diversas formas de expresión, denuncia y preservación de la memoria a través de distintos tipos de archivos”, señala la directora.
Como descendientes de genocidas se han desvinculado de sus familias, rompiendo mandatos sociales, culturales, religiosos y legales de lealtades familiares, y han logrado salir de marcos ideológicos donde la verdad ha sido ocultada y tergiversada. Se han desvinculado de los pactos de silencio de los victimarios y de los legados criminales, porque no quieren ser cómplices de la impunidad y se niegan a transmitir ese legado a las futuras generaciones.
Si bien en el caso chileno los antecedentes aportados a la justicia por familiares de genocidas se han encontrado con el obstáculo de la ley de Amnistía, en Argentina sí se han convertido en pruebas judiciales, según expusieron las integrantes del Colectivo Historias Desobedientes en la Conferencia Internacional sobre El lugar del archivo de las violencias de Estado.
La investigadora Oriana Bernasconi recordó que en Chile los casos de crímenes de lesa humanidad se tramitan por el antiguo sistema penal, que es escrito. Por lo cual, “a nivel simbólico, no sucede lo que en Argentina, donde el familiar desobediente y el genocida se enfrentan cara a cara en el tribunal y muchas veces la situación es registrada en una grabación que permite su disponibilidad y circulación pública. En Chile, ese encuentro es mediado por documentos”.
Ausencia de arrepentimiento
El cineasta Pepe Rovano es parte del Colectivo Historias Desobedientes en Chile, que surgió en Argentina y ya cuenta con integrantes de Brasil, Uruguay, Paraguay. El grupo reúne a descendientes de responsables de crímenes de lesa humanidad que, reconociendo las atrocidades cometidas por sus parientes, las condenan abiertamente para sumarse como grupo a la defensa de los derechos humanos.
“Quienes integran el colectivo han ofrecido valientemente sus testimonios, y han recurrido a formas de expresión y denuncia mediante el uso de los archivos que resguardan las historias de las víctimas, esas mismas historias que sus parientes perpetradores se empeñaron en borrar”, señaló Oriana Bernasconi.
Rovano escribió un artículo sobre Chile en el libro “Escritos desobedientes. Historias de hijas, hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia”, que compila testimonios de familiares y descendientes de los victimarios que actuaron durante las dictaduras militares en Chile y Argentina. Son hijas e hijos, nietas y nietos, sobrinos y sobrinas de los que torturaron, violaron, dieron órdenes, secuestraron, asesinaron.
Hijo de un carabinero procesado y amnistiado por la dictadura cívico-militar que recibió honores en su funeral, Rovano señala que “no queremos ser cómplices de una historia brutal y despiadada, más aún cuando se mantienen abiertas numerosas causas de violaciones a los derechos humanos y criminales siguen impunes o con bajas condenas”.
Agrega que “son muy pocos los victimarios que han manifestado un verdadero arrepentimiento y, menos aun, los que han entregado información para esclarecer el paradero de personas detenidas desaparecidas”.
Rovano decidió entregar las entrevistas fílmicas realizadas a su padre a la justicia chilena, como antecedente para que se reabrieran las investigaciones sobre los hechos en que fue implicado, casos que fueron cerrados por la Ley de Amnistía de 1978.
En su documental autobiográfico en construcción “Bastardo, la herencia de un genocida”, Rovano cuenta su historia al conocer a su padre biológico a los 35 años y descubrir que estaba amnistiado por crímenes de lesa humanidad, emprendiendo un viaje de reparación que lo lleva a romper con la herencia familiar e ir al encuentro de las víctimas de su progenitor.
Lee el reportaje de La Tercera aquí: https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/disidentes-de-familia/XLMIHP46VFGDDLIBW4KIIZWB4M/